lunes, 4 de julio de 2011

El caso Strauss-Kahn


Una vez más se ha hecho patente la parte más oscura del ser humano. El caso Strauss-Kahn ha dejado visible esa necesidad generalizada de pisotear los higadillos de aquellos congéneres que creemos, o realmente son, más fuertes que nosotros o simplemente están mejor posicionados.  Envidia, frustración, … que más da!  El efecto es el mismo y esta reacción puede aparecer en todos los niveles de nuestra vida social, pero sin duda es muchísimo más potente cuando se trata de una persona pública, entonces  se concentra aun más ese gran poder destructor y es cuando se llega a la ejecución del sujeto en la plaza pública de los medios de comunicación, y a partir de ahí se extiende al "juicio"  a las reuniones de familia, tertulias de café, etc.  Todo ello sin poner en duda la verdad o mentira que envuelve la noticia y sin dejar cabida a la presunción de inocencia. 

Probablemente habría que condenar públicamente a Strauss-Kahn, pero en todo caso habría de serlo por sus acciones a la cabeza del Fondo Monetario Internacional y por lo que este organismo significa en su relación con la riqueza/pobreza y a quién benefician sus actuaciones. Sin embargo, cuando los temas sean personales, de la índole que sean, hemos de respetar la presunción de inocencia de la que tanto se habla, tan poco se respeta y tanto deseamos para nosotros hasta en las nimiedades más absurdas. Luchar porque de verdad haya justicia para todos es lo realmente importante. Cuando se trata de defender los derechos de las personas hemos de ser firmes en su consecución pero en las acusaciones  hemos de tener la paciencia necesaria para ver donde nos llevan los acontecimientos y opinar sobre datos ciertos para evitar en lo posible hacer un daño irreparable. En definitiva, hemos evitar ser usuarios de una información (sobre todo de este calibre) que en la mayoría de los casos busca más la venta a través del titular impactante que no una información propiamente dicha del suceso.

Si la hace, que la pague, …como cualquier hijo de vecino, pero sea con quien sea hemos de ser justos como nos gustaría que lo fueran con nosotros.  No nos ensañemos simplemente porque nos ponen la carnaza delante, pensemos, seamos críticos y sepamos extraer el sensacionalismo de la información. Seamos capaces de separar el grano de la paja, de distinguir la información que tiene una razón de ser de toda aquella verborrea sensacionalista que se le añade para hacerla más consumible, que es en definitiva lo que da más dinero y hace más fuertes a aquellos que la emiten. Con actitud tragalotodo lo único que conseguimos es embrutecernos, debilitar cada vez más la razón humana y dar más fuerza a quienes nos manejan como marionetas y sacan provecho de nosotros.  No olvidemos que los medios de comunicación están creados y dominados por poderosos y con ese pienso para las bestias que nos echan se hacen  más poderosos aún. 

Más sobre el caso: ¿no es ya sospechoso el tremendo despliegue informativo de los primeros instantes de la noticia dentro el mismo avión?  ¿En cuanto al nacionalismo norteamericano, no ha utilizado la noticia y su espectáculo casi de plató de cine para demostrar que su  democracia es perfecta y que en ella no importa el rango, ni el poder, ni la nacionalidad de la persona acusada para aplicar su “justicia”? Muchos debieron pensar que así ha de ser, que hasta los poderosos deben pagar sus fechorías. Si, y así debe ser, pero a mi juicio toda esa comedia no fue más que una farsa, un golpe de efecto para que nos sintamos más protegidos por una democracia que tiene demasiadas deficiencias y en la que los ciudadanos cada vez tenemos más embotado el razonamiento. ¿Acaso pedimos justicia contra los gobernantes que decidieron la guerra contra Iraq en la que ha muerto y sigue muriendo tanta gente inocente? Son esos poderosos los que nos quieren hacer tragar la bola de que vivimos en un mundo justo.

Finalmente reconozcamos que al inocente una vez concluido el caso y sabida la verdad difícilmente se le restituye su dignidad, pocos se dignarán a hacer un gesto a su favor.  Si además resulta que el falsamente acusado no tiene un duro, no busquéis en los medios de comunicación palabras en su apoyo, los carroñeros de la palabra estarán ya ocupados buscando otra presa para ganarse el sueldo y no mirarán atrás para dar aliento al que han vilipendiado.   El daño habrá sido irreversible.


No hay comentarios:

Publicar un comentario