Llevamos unos meses en los que no se habla de las bolsas como se había hecho hasta ahora, como protagonistas financieras. Ahora ya no se habla de si tal empresa está a la baja y ni siquiera de si el país está en crisis, ahora se habla de quiebra como país, de estar al borde del abismo, de si puede o no pagar su deuda, …, siempre como país y en unos términos nuevos, las empresas se han quedado muy pequeñas como entidad cuando se habla de finanzas. La misma bolsa, nido de especuladores, ha quedado simplemente para los trámites.
Detrás de todo esto están las llamadas agencias de calificación que han salido del subsuelo financiero para erigirse en el pope del mundillo de las finanzas. Ellas son las que deciden, no sobre que empresa, eso ya son nimiedades, sino de que países se ponen en la picota para sacarles los higadillos.
¿Qué son realmente estas agencias de calificación y a quién obedecen? ¿Por qué se ceban con un país hasta hundirlo? ¿Somos conscientes de la estrategia urdida, que han comenzado con los países más débiles (Grecia, Irlanda, Portugal), avanzan con los intermedios (Italia y España) y al poner en el candelero a Francia, Bélgica y Austria han comenzado ya a hacer el cerco a Alemania? ¿Es una estrategia para estrangular a la Unión Europea?
¿Quién está detrás de las agencias? Está claro que quien gobierna esa maquinaria sabe muy bien lo que hace y como sacar provecho de la situación que generan. Aquí no se puede pensar en las casualidades y cada vez que hacen una valoración del país que están acorralando, dos o tres días más tarde, ese mismo país pone a la venta una emisión de deuda pública. Esto significa que ese mismo país va a tener que pagar uno, dos o más puntos que si la venta se hubiera hecho en circunstancias normales. ¿No será que los compradores de deuda son los mismos que dirigen las agencias de valoración? El negocio es muy rentable, no es lo mismo cobrar un 2% que un 5%.
Me cuesta hacerme a la idea del montón de millones de euros que se mueven en toda esta operación de acoso y derribo llevándose por delante el bienestar de millones de personas. Me cuesta entender el enorme daño que están haciendo a tanta y tanta gente y lo poco que les importa. La verdad, es para indignarse.
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